Por Lord Robert Stephenson Smyth Baden-Powell of Gilwell
 Como una palabra de aliento a aquellos que pretenden ser Dirigentes, me complace contradecir la
 generaliza y mala interpretación de que para tener éxito como Dirigente, el hombre debe ser una especie de
 Admirable Crichton*, esto es, un "sabelotodo".

 ¡Nada de eso!.

 El que desee ser un buen Dirigente, sencillamente debe ser, ante todo, un "hombre-niño", es decir:
 
   Debe sentir palpitar en su corazón el espíritu del niño y ser capaz de colocarse en el plano correcto con sus
   muchachos.
   Debe comprender las necesidades, las perspectivas y anhelos de las diferentes etapas de un niño.
   Debe tratar a sus Scouts en forma individual y no en masa; al Escultismo le interesa el muchacho como
   individuo y no como rebaño.
   Debe promover y desarrollar un "espíritu de cuerpo" entre sus individuos para lograr mejores resultados.
 
 Éstos son los principios fundamentales en que se basa el entrenamiento y educación que imparte el
 movimiento escultista.

 Todo lo anterior significa que el Dirigente y/o Scouter ni es catedrático, ni sargento, ni instructor.  Lo único
 que se necesita es la aptitud de disfrutar de las actividades al aire libre, comprender las ambiciones de los
 muchachos y buscar la colaboración de otras personas que puedan instruirlos en determinadas actividades
 prácticas, ya sea en el estudio de la naturaleza, primeros auxilios, levantamiento de planos, etc.

 Así pues, el Dirigente o Scouter debe desempeñar el papel de "hermano mayor", esto es, ver las cosas
 desde el punto de vista del muchacho y conducirlo con entusiasmo hacia el camino del bien.  Como buen
 hermano mayor debe mantener vivas las tradiciones de la familia, aún cuando para ello sea necesaria una
 considerable firmeza.