¡Nada de eso!.
El que desee ser un buen Dirigente, sencillamente debe ser, ante
todo, un "hombre-niño", es decir:
Debe sentir palpitar en su corazón el espíritu
del niño y ser capaz de colocarse en el plano correcto con sus
muchachos.
Debe comprender las necesidades, las perspectivas y anhelos
de las diferentes etapas de un niño.
Debe tratar a sus Scouts en forma individual y no en masa;
al Escultismo le interesa el muchacho como
individuo y no como rebaño.
Debe promover y desarrollar un "espíritu de cuerpo"
entre sus individuos para lograr mejores resultados.
Éstos son los principios fundamentales en que se basa
el entrenamiento y educación que imparte el
movimiento escultista.
Todo lo anterior significa que el Dirigente y/o Scouter ni es
catedrático, ni sargento, ni instructor. Lo único
que se necesita es la aptitud de disfrutar de las actividades
al aire libre, comprender las ambiciones de los
muchachos y buscar la colaboración de otras personas que
puedan instruirlos en determinadas actividades
prácticas, ya sea en el estudio de la naturaleza, primeros
auxilios, levantamiento de planos, etc.
Así pues, el Dirigente o Scouter debe desempeñar
el papel de "hermano mayor", esto es, ver las cosas
desde el punto de vista del muchacho y conducirlo con entusiasmo
hacia el camino del bien. Como buen
hermano mayor debe mantener vivas las tradiciones de la familia,
aún cuando para ello sea necesaria una
considerable firmeza.